«Esta ley nos hace policías sin cobrar por ello. Cuando un conductor transgrede las normas en una autovía, ¿se castiga al propietario de la autovía, que está debidamente señalizada, o al propio conductor?», ejemplifica Suso Díaz para ilustrar la sensación de los hosteleros ante la entrada en vigor hoy de la ley antitabaco. La mayoría del sector reconoce no tener del todo claro cómo se hará cumplir la norma, al margen de su propia participación
«Suponemos que habrá que llamar a la Policía o a la Guardia Civil», dice Cheché Real, presidente de la asociación de hostelería, ante el caso de que un cliente persista en fumar después de ser advertido por el propietario de un local de que no puede hacerlo. Muchos comparten esa suposición y creen que será lo que acaben por hacer en el caso de actitudes rebeldes. Denunciar es, en su caso, la única forma de eludir una multa y, además, grave. Aquellos que permitan fumar en lugares prohibidos se exponen a infracciones de entre 600 y 10.000 euros.
«Seremos fundamentalmente nosotros los que hagamos cumplir la ley. Si lo advertimos y el cliente persiste, sinceramente no sé qué habría que hacer», reconoce Díaz, propietario de la cervecería Cook.
Real tiene claro que los establecimientos que sufrirán más las consecuencias de la nueva ley, incluidas las de hacer que se cumpla, son los de la franja nocturna. «Es muy complicado, realmente. No es lo mismo que uno se encienda un cigarro a que lo hagan siete. Estos son locales grandes, donde no ves a todo el mundo, la gente lleva unas copas y es más complicado hacerla entrar en razón», apunta.
Ese es el caso de Paco Iglesias. El propietario del pub Medievo es consciente de que son los hosteleros los que deben hacer desistir a los clientes de fumar y, en caso de que no accedan, llamar a la Policía. En cualquier caso, es optimista con respecto al cumplimiento de la ley y cree que, en el caso de salir de copas, se acabará por fumar en el trayecto de un local a otro. «Es como el cine. Yo fui fumador y me parecía imposible pasar dos horas en un sitio sin fumar; sin embargo, iba al cine y lo hacía. La gente acabará por acostumbrarse», indica. Valoró la posibilidad de acondicionar una pequeña terraza en su local, pero acabó por desechar la idea.
La Cook ya tiene una terraza preparada para acoger a fumadores irredentos al margen del verano. «Es una terraza habilitada para usar a partir de abril, no antes. En Lugo no es sólo el frío, que eso se soluciona con los sistemas de climatización y mantas, es la lluvia y la humedad. Y las terrazas, si se cierran como un invernadero, incumplen la ley», apunta.
El presidente de los hosteleros reconoce que la mayoría de locales no se han planteado modificaciones y, de hecho, el Ayuntamiento no ha recibido solicitud alguna de permiso para instalar sistemas de calefacción en las puertas o nuevas terrazas. «La gente prefiere esperar a ver cómo se desarrolla todo y ver cómo se adaptan los clientes. No quieren que les vuelva a pasar que adaptan sus locales y después no sirve para nada», explica Ceché Real.
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